viernes, 27 de mayo de 2016

El amanecer



Y fíjate que hay quien dice que no es un amanecer. Pues no fue eso precisamente lo que me prometiste, maldito embaucador. Tienes razón, yo te prometí algo mejor: te prometí el amanecer. Ya. Et voilà, ahí lo tienes. ¿Atrapado en un decadente marco de rocalla?, venga ya, lo cierto es que cuando me diste los billetes para París pensé que te lo habrías currado un poco más, mon amour. ¿Y de verdad que te parece poco? Bueno, llámame ingenua si quieres, pero había pensado en algo más romántico, no sé, lo típico, me apuesto lo que sea a que todas las mañanas tiene que haber unas vistas estupendas desde el Sacre Coeur, pero dime ¿por qué desmerecer el original trayéndome delante de una burda copia?, a ver. Es que yo creo que es más bien al contrario. Eso no tiene sentido, arguméntamelo. Pues mira, esto que tienes delante ya es un Hecho Trascendental que poco tiene que ver con el suceso cotidiano gastado por la repetición: aquí está preservado, salvado de su consustancial fugacidad, por decirlo de algún modo, podría afirmarse que es más excepcional. Venga, macho, yo seré una cursi, pero tú suenas de un fatuo que tira para atrás. Piénsalo. Por favor, si sólo se ven manchas y brochazos, los colores muy bonitos eso sí, pero yo no identifico ahí nada trascendente, todo lo contrario: que el sol obstinado consiga imponerse cada mañana pese a todo sí que lo es, ves, en eso acertó el bueno de Monet, en el tema, aunque claro, si ni los estudiosos, como parece, se ponen de acuerdo en dilucidar qué momento del día intentó plasmar aquí, se complica mi teoría, ¿no?… Pero eso no es lo sustancial, ¿no te das cuenta? por eso quizás no lo tituló de una forma u otra, para no dar pistas… ¿Entonces en qué quedamos?, creo que te estás contradiciendo, mon chèri. Él lo llamó simplemente “Impresión” porque no tenía claro que pudiera pasar siquiera por una vista del puerto de Le Havre, que es donde lo pintó, cuando le pidieron un título para el catálogo. Eso de “Sol naciente” es un convencionalismo que alguien tuvo que añadirle después por su cuenta y riesgo, seguramente un crítico, ya sabes lo dados que son a poner etiquetas. Y así se quedó. Pues si todo el mundo lo dio por bueno por algo sería, ¿no te parece? No te creas, eso no es del todo así, ya te digo que ni te imaginas la de investigaciones que se han hecho sobre el asunto a posteriori para poder refutarlo. ¿En serio?, venga hombre, no me fastidies, ¿qué podría aclararse objetivamente ante tanta indefinición?, ¡dichosa manía esa de ver cosas donde no las hay! Una vez leí que un astrónomo había precisado el día, el lugar y la hora de su creación a través del estudio de las mareas, la posición del sol y la dirección del viento. Fíjate que hasta llegaba a contradecir la fecha con la que lo firmó el propio autor, y con un año de diferencia nada menos. Eso ya roza lo ridículo, ¿no te parece? ¿Y cuál fue su conclusión, si puede saberse? Ya siento curiosidad. No, déjalo, no me lo digas. Total, que en definitiva esto es como aquella parida de Magritte con la dichosa pipa, ¿no? Un amanecer que pudiera no ser un amanecer. Ya te lo advertí, querida, es más que eso: es el amanecer.